Sa herpe a vers son piz haussie,
Qui riche est mout, ce pouez croire:
Les chevilles en sont d´iviere
Et les cordes en sony d´argent;
Plectron y a riche et gent,
C´est la corne d´un serpent;
La herpe, qui au cout li pent
Bien ouvree, a saveges vestes
Qui ont divcers et cors et testes
Si ont les yeux pains et les piz
D´esmeraudes et de rubís,
Misez a or de Galidoine
Plus riche n´ot oncques Lidoine
De cler son ne de soutil oevre;
Li forriauz est dont l´en cuevre
De samit et de bougeren
CORTES VÁZQUEZ, Luis,
El Episodio de Pigmalión
del Roman de la Rose.
Ética y estética de jean de Meun.
Ha levantado el arpa hacia su pecho,
Que rica es mucho, bien podéis creerlo
Son de marfil las clavijas
Y son de plata sus cuerdas
Y tiene plectro rico y elegante,
Es de cuerno de serpiente:
El arpa que cuelga al cuello
Lleva adornos de bestias montesinas
Con cabezas y cuerpos diferentes
Y con ojos y pechos dibujados
De rubíes y esmeraldas
Engastadas en oro de Calidonia
Nunca tan rica poseyó Lidonia
De claro son y trabajado adorno
El forro con que la cubre
Es de jamete y bocací.
He dicho esto, demandó la harpa, que era un instrumento qu´el sabía bien tañer e con que pasava tiempo para en remedio de la cuita que avía, e con dolores començó de la templar e fazer dulce son. E el rey Languines de Irlanda, que estava en una cámara de un palacio que estava sobr´el mar, cuando oyó tañer aquel son, hovo gran placer, e lavantóse de la cama e fuese a una finiestra. E Tristán dexó de tañer la harpa e dio un gran sospiro, diziendo:
– ¡ Ay, cavallero captivo e sin ventura, e cómo mueres de gran dolor¡.
E esto dezía él por el gran dolor que sintía de la llaga, que la ánima le trespasava. E el rey, desque oyó esto, quitóse de la finiestra e fuese acostar en su lecho. E a cabo que pasó un poco, Tristán demandó la harpa, e començó de tañer dulcemente, e el rey escuchávalo, que avía gran placer, e maravillávase mucho del caballero. E paróse a la finiestra otra vez por escuchar aquel tañer. E cuando Tristán ovo tañido una grand pieça, puso la harpa e dio un gran grito, sospirando así como ante avía fecho. E el rey se maravilló mucho
BURGOS, Juan, Tristán de Leonis, Valladolid, 1501.